Editorial
Los OVNIs ( o UFOs, en inglés) son reales, de eso no nos cabe la menor duda, todo depende, sin embargo, de lo que entendamos por «real»,… o realidad.
Lo real aquí, en primer lugar, es que ambas siglas no significan otra cosa que «objetos voladores no identificados», y en segundo término, pero de donde no obstante surge el fenómeno en sí mismo, está el hecho realísimo, por cierto, de los miles y miles de informes procedentes de todo el mundo, y de todos los niveles socioculturales, que indican que la gente ha visto algo en los cielos que no solo no pudo identificar sino que, de alguna manera, la ha impactado hasta el punto de acudir a los servicios policiales o militares, o a los medios de prensa para relatar su impresión de ese momento.
Esta simple realidad, aparentemente, ha pasado desapercibida para muchos. No solo es importante la incapacidad de los testigos para identificar lo que dicen haber visto, ya que la misma puede ser muy relativa y depender de muchos factores (cultura personal, conocimientos técnicos, condiciones meteorológicas y atmosféricas, condiciones momentáneas o permanentes de salud general, etc.),… sino que el hecho de que los testigos se sientan impactados por esa observación es un elemento de gran significación. Es decir: cualquiera, en cualquier momento, puede ver algo, cualquier cosa, y no poder decir lo que es,… pero de allí a ir a la prensa, de allí a realizar la denuncia policial, o recurrir al ejército o a la fuerza aérea de su país, existe un proceso que, finalmente, impulsa a buscar asistencia. Ese proceso, en sí mismo, es indicativo de la extrañeza especial de lo acontecido,… no solo fue una luz en el cielo, no solo fue algo brillante moviéndose más o menos rápido,… Fue algo que impactó,… o que causó temor,… o que produjo «realmente» un efecto desconocido en el ambiente o en el mismo testigo.
A partir de este punto básico el tema se complica, porque hay muchas explicaciones acerca de lo que pudo haberse visto. Muchas son definitivas,… pero otras son, «realmente», solo suposiciones respecto a lo que pudo haber sido. Y hay un ejemplo muy simple de esto : pongamos el caso de que lo denunciado por un testigo sea perfectamente comparable con el pasaje de un aerolito. Es totalmente real que la posibilidad de que se tratase de un aerolito sea la más segura,… pero de allí a concluir que «era» un aerolito media la imposibilidad de pruebas tangibles. El testigo podrá negar esa explicación, pero no puede aportar ninguna prueba en contra,… pero lo cierto es que quienes encontraron la explicación tampoco pueden aportar pruebas de la misma, a no ser que traigan en una bolsa la piedra que aseguran que cruzó el cielo en el momento en que el testigo estaba mirando hacia allí. Un ejemplo casi tonto,… pero real.
Por supuesto que existen muchas explicaciones válidas que aclaran, puntualmente, la gran mayoría de los hechos englobados bajo el nombre de OVNI. Algunas son explicaciones naturales (como la del aerolito) y generalmente basadas en estadísticas previas (cuando se trata de «X» cosa, se ve de «X» manera),… hay explicaciones psicológicas (las alucinaciones), sociales ( los fraudes), culturales (los mitos o leyendas), militares (operaciones aeroespaciales), tecnológicas (prototipos secretos o no habituales), y las esotéricas (extraterrestres, viajeros del tiempo, civilizaciones perdidas, etc.), que pese a lo que muchos sostienen, son explicaciones como cualquier otra.
Lo cierto es que todas, y cualquiera de ellas, necesitan evidencias para poder convencer realmente. Y eso es lo que el CRIFAT intenta : acumular evidencias a favor de cualquiera de esas interpretaciones.
El hecho de que exista más cantidad de pruebas a favor de las explicaciones naturales, sociales o culturales, no es «prueba» de que las militares, tecnológicas o esotéricas no tengan asidero real. Si fuera tan fácil observar o explicar a los OVNIs, no se habrían invertido más de cincuenta años en el tratamiento y estudio del tema a todos los niveles, ni la gente se seguiría impactando por ellos… Las computadoras eran una maravilla en los 80′, pero con el tiempo, se hicieron tan fáciles de ver en cualquier parte que hoy ya nadie repara especialmente en ellas.
Hoy sabemos qué son las computadoras,… pero seguimos sin poder definir, de una vez, qué son los OVNIs.
Necesitamos más evidencias de las que disponemos actualmente. Las posibilidades son muy numerosas, y sin embargo, las certezas «reales» siguen eludiéndonos. Por eso, confiamos en que una labor organizada, llevada a cabo por los mejores investigadores de la región nucleados en el CRIFAT, nos dé la posibilidad de respuestas más concretas.
Por supuesto, contamos con usted
Carlos Cantonnet Kmiliauka